Jueves, 5 de Junio de 2014
Todo en nuestro Universo está formado por energía. La materia
física, los pensamientos, los sentimientos, la electricidad, los
microorganismos, el calor. Absolutamente todo es energía, en diferentes estados
vibratorios. Hasta una pequeñita gota, forma parte del océano, conectada e
unida a todas las otras gotas que también son parte del mismo, al igual que las
células que componen nuestro cuerpo.
El concepto
de sincronía fue desarrollado por Carl Gustav Jung, para explicar que todo en
el Universo está interconectado en un tipo de vibración en el cual dos
energías: una física e otra no física, estarían en sintonía, dando la idea de
que ciertos eventos aislados parecen repetidos, pero en perspectivas distintas.
Lo que define la sincronía no son las coincidencias e sus significados pero si,
la conclusión de que todo en el Universo está unificado por tipos de vibración
y dimensión.
Todos estamos interconectados en este océano de energía, pero no
estamos acostumbrados a su “idioma”. Ese
lenguaje se manifiesta a través de la naturaleza, de sucesos, de situaciones,
de personas, o sea, a través de todo lo que forma parte del Universo. Lo que consideramos aleatorio,
representa nuestra incomprensión delante de ese lenguaje tan amplio. Estando más
atentos a la vida, a esas condiciones y señales, es posible utilizar esos
conocimientos para vivir de una forma más liviana, fluida y harmoniosa.
El Universo señala el flujo de nuestra vida de distintas formas.
Algunas son más visibles y perceptibles, otras más sutiles y difíciles de
captar. Un simple cambio en la forma como
reaccionamos delante de los acontecimientos de nuestra vida, puede
transformar nuestra historia.
La mayor inspiración de Jung fue contextualizar la sincronización
como algo que abarca el TODO y no un simple evento. Según él, los pensamientos
nos vienen a la conciencia; las intuiciones y pensamientos que surgen del
inconsciente no son producto del esfuerzo deliberado para pensar; son objetos
internos, partes del inconsciente que posan ocasionalmente en la superficie del
ego.
Jung acostumbraba decir, a veces, que los pensamientos son como pájaros:
llegan, hacen su nido en los arboles de la conciencia durante algún tiempo y
después alzan vuelo, de nuevo. Son olvidados y desaparecen.
Las sincronizaciones nos hacen percibir que existe un orden subyacente
al flujo de la vida. Momentos en que el físico y la psiquis demuestran su inseparabilidad favoreciendo la
percepción de que estamos todos interconectados y que el mundo externo es un
reflejo del mundo interno. Es la percepción del tiempo intemporal, la
manifestación de un acto creativo que trae lo desconocido para el conocido,
revelando el nuevo en la psiquis, en el cuerpo y en la naturaleza.
La gran noticia de la ciencia contemporánea – de la era de las
incertidumbres – es demostrar, matemáticamente, que la Vida también proporciona
la siguiente mano creativa del juego y con ello nos despierta para los
potenciales que pueden facilitar la decisión por el camino mejor. Esta
propuesta fundamenta la teoría de Jung sobre las sincronizaciones, a las que
también llamaba “actos creativos en el tiempo”.
Actualmente el conocimiento
humano, se liberta de los límites de la lógica e se proyecta en lo
transcendente a través de un profundo salto que revela una realidad llena de
sentido. Un Universo con significado que se yergue de las cenizas de una
participación que la ciencia clásica ayudó a enterrar, pero que siempre
permaneció viva en la obra de Jung.
Establecer un nivel de confianza en lo invisible, en las fuerzas
que rigen la vida y la naturaleza y permanecer en el ahora, sin dejar que el
pasado y el futuro nos quiten el foco, puede hacer brillar la capacidad de
acceder a las incontables posibilidades creativas que existen en todas las situaciones.
Situaciones en que ocurren las transiciones de fase, cambiando el nivel de
conciencia y trayendo cambios físicos y psíquicos.
Cuanto más nos quedemos en el tiempo presente, con el mínimo de
control necesario para nuestra existencia cotidiana en el tiempo linear,
entregando a la Vida y a lo Invisible nuestras dudas, aflicciones y miedos, más
oportunidades tendremos de constatar y observar las sincronías, las señales que
nos indican el mejor camino a seguir. Entender la red de coincidencias en nuestra
vida es apenas el primero escalón que nos permite percibir y vivir la
sincronización.
Cuando ustedes perciben esa “nueva realidad”, todo a vuestro
alrededor comienza a hacer sentido. Ustedes no están solos en este mecanismo.
Toda la naturaleza, el mundo, las personas, los acontecimientos y el Universo
están interconectados con ustedes. Vuestras coordenadas, van paso a paso,
identificando, restaurando, alimentando y delineando los detalles de vuestra
nueva realidad y todo a vuestro alrededor va captar cada señal. Es entonces
cuando surge la sincronización que se parece mucho a una coincidencia
milagrosa.
Cuánto más atención le ponen a las supuestas coincidencias, más
probabilidades tienen de que ellas aparezcan, lo que significa que ustedes
comenzaron a tener cada vez más acceso a los mensajes que les están enviando,
sobre el camino y la dirección de vuestras vidas.
Jung afirmaba que tenemos cuatro funciones básicas: razón,
emoción, sensación e intuición. Cada uno de nosotros tiene uno de esos aspectos
más predominantes, pero cuando trabajamos internamente esas cuatro capacidades
de forma equilibrada, contribuimos con la manifestación de una quinta función, o sea, una nueva,
llamada sincronización. Eso es posible cuando estamos sincronizados con nuestra
esencia interna, cuando nuestros pasos reflejan los anhelos de nuestra
verdadera naturaleza.
El sincronismo es el lenguaje
de lo divino para orientar nuestras vidas. Y lo divino actúa tanto dentro como
fuera de nosotros.
Todo está interconectado. Todo está sincronizado, todos somos Uno.
Vuestros actos afectan directamente a quien está alejado de ustedes por
kilómetros. Siendo así, ustedes también son afectados. Este es el padrón de la
mayor energía transformadora de este Universo, ella existe en cada uno de
nosotros. Encuentren esta energía y serán transformados, ustedes pueden ser los
grandes maestros o los discípulos, o ambos, solo depende de ustedes.
Según Jung, nosotros los seres humanos, desempeñamos un papel
especial en el Universo. Nuestro
inconsciente es capaz de reflejar el Cosmos e introducirlo en el espejo de la
consciencia.
Cada persona puede ser testigo del Creador y las obras Creativas
desde su interior, prestando atención a la imagen y a la sincronía, pues el
arquetipo no es solo el modelo de la psiquis, pero también refleja la
estructura real básica del Universo.
Las sincronizaciones nos hacen percibir interconectados, unidos a
todo e a todos en este Universo holográfico de cual somos solamente un fractal.
Nos vuelve religiosos, no en el sentido usual de la palabra, pero si en el
sentido de “religare”, de retomar la conexión con el Todo, al mismo tiempo en
que sabemos que somos únicos.
Postado por: muito alem a las 08:55
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Traducción: Lúcia
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